Tenía seis o siete años cuando mi abuela me contaba la historia del vendedor de besos, en las noches en que yo no podía dormir.
Mi abuela siempre empezaba diciendo "cuenta la leyenda" pero yo sabía que aquello de leyenda tenía muy poco. Después de eso, lo primero que recuerdo era como me explicaba que un día una chica conoció a un hombre...
"Ella tenía todas las mañanas la costumbre de mirar el agua del estanque que hay en el parque..."
En esta parte, mi abuela sabía
perfectamente que nunca la escuchaba. De hecho, llevaba razón. A mí la parte que más me gustaba era la del final; el principio, solo lo escuché la primera vez que empezó a hablar. Siempre conseguía despertar mi atención cuando se me empezaban a cerrar los ojos...
"... y así era como aquel hombre, pudiendo conquistar a cualquier chica que quisiese, eligió precisamente a aquella: a la chica del estanque. Ella no entendió nunca por qué. El caso es que con el tiempo, le cogió tanto cariño que ya no supo nunca más desprenderse de él. No quiso que ninguna otra se llevase sus besos y para ello le hizo prometer que sólo se los vendería a ella. Desde aquel día, el vendedor de besos, lleva una pequeña bolsa de plástico siempre con él y cada vez que la abre, la gente se sorprende de no ver nada y lo toman por un loco; sus besos están tasados con un precio tan alto, que solamente ella puede verlos, elegirlos y comprar..."
Mi abuela me daba un tierno beso, apagaba la luz y se marchaba. Pero un día, cuando empecé a odiarme por crecer, empecé a hilar cosas y a tramar mi propia historia sobre el vendedor de besos y una noche, antes de que me arropase decidí armarme de valor y preguntarle a mi abuela:
-Abuela... Ser vendedor de besos... tiene que ser muy arriesgado ¿no?
quiero decir, que uno puede acabar cogiendo muchas enfermedades...
-Pues si, ahora que lo pienso... si.-dijo mi abuela después de soltar una sonora carcajada.
-Como por ejemplo, enamorarse.-sonreí
-Querido, esa es la peor de todas...
Después de un gran silencio, acerté a decir:
-El abuelo era una gran persona ¿verdad? tú lo querías mucho. Hoy me he dado cuenta de que lo admiro porque quiso ser capaz de correr un riesgo enorme: Quererte. Aunque sabía que quizá eso le iba a traer cientos de quebraderos de cabeza, enfados, disgustos y por fin, pequeños ratos sonriendo... a tu lado. Vamos, yo creo que me siento orgulloso por eso, porque supo luchar contra todo eso y aprovechar esos ratitos.
Mi abuela empezó a llorar. A llorar de felicidad y emoción:
-Si. Era una gran persona. Yo también me dí cuenta hace poco de todo lo que has dicho. Sobre todo, de su valentía a la hora de correr el riesgo de quererme.
-Pues entonces tendrás que cambiar el cuento y poner algo como: "Creo que ella no entendió nunca por qué."
- ¿Y eso? ¿A qué se debe?
-A nada. Sólo que, ella si lo entiende. Además, ya sé por qué aún tienes esa bolsa de plástico que hay dentro del cajón de la
mesita del abuelo; esa que para mí no guarda nada pero que lleva mucho tiempo allí. Sinceramente, creo que el abuelo te dejó un regalo muy bonito antes de marcharse...
-Lo sé; yo también lo creo...
Ya ves, yo solamente era un niño.
"A Vainillita y a Literata, por haberme soportado hasta en los ratos que ni lo merezco."