domingo, 28 de noviembre de 2010

Inciso.

Era uno de esos días en los que le apetecía quedarse dormido en el sofá, o en la cama pero escuchando música. De esas veces que la esperaba medio despierto en la cama porque sabía que cuando ella llegase, se afanaría en besarlo y después abandonarse y dormir.



miércoles, 24 de noviembre de 2010

Desaparecido en combate.

Ya conté la historia de Roger en una de mis primeras entradas. Sin embargo aún no conocéis la historia de otro de mis soldados de plástico que no tuvo la suerte de sobrevivir.

Fue el primero que desapareció en combate un verano cuando lo olvidé por la noche al raso. A la mañana siguiente, de que quise darme cuenta dónde lo había dejado, había muerto abrasado bajo las llamas del sol.

Creo que ahí aprendí que hasta las cosas que más se aprecian y valoran se marchan. Hay cosas que se rompen y que no tienen arreglo y otras que se pierden. No le dí más vueltas porque así tenía que ser, porque por muchos berrinches que pillase, mi primer soldado de plástico no iba a volver nunca más.

lunes, 15 de noviembre de 2010

lunes, 8 de noviembre de 2010

¡Que viene el coco!

La primavera de 1993, mi hermano Nacho (Ignacio para mi madre) conoció a una chica de la que quedó locamente enamorado. Hasta aquí todo bien pensaréis. ¿Y si os digo que la llamábamos "el coco"? En ese caso, supondréis que la chica era poco agraciada.

Lejos de ser fea, la chica era preciosa; o por lo menos, guapa. Pero un día mi hermano llegó con el corazón destrozado y Nacho no pudo volver a verla ni en fotos.

Fue mi hermana pequeña, Alicia, la que al ver llorar a mi hermano cada vez que la nombrábamos, entendió que era algo malo... y empezó a llamarla "el coco". Lo mismo que le decíamos a ella cuando queríamos asustarla para que no hiciese algo y lloraba.

Y de ahí el origen de que la "futura mujer de la vida de Nacho" (la número 18) tuviese el pseudónimo de "el coco".

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Como ya he dicho en el otro blog, prometo empezar a contestar todos los comentarios en la misma entrada... cosa que hasta el momento no he hecho! =)

sábado, 30 de octubre de 2010

Manías y costumbres en el desayuno.

Como esa manía de desayunar siempre el mismo número de galletas y mojadas de dos en dos...

...Y la costumbre de echarse el vaso de leche encima cuando llegaba tarde a todos sitios y tenía que cambiarse de ropa.

Cosas como esas hacían que sonriese por las mañanas durante un instante.

domingo, 10 de octubre de 2010

Tarta de queso.

Tan real como la vida misma fue la tarde que nos pusimos chorreando porque la lluvia nos pilló desprevenidos, desarmados, sin paraguas. Bastante nos había llovido ya en casa con las goteras como para que ahora también nos lloviese en la calle.

Mi hermana, una de tantas, me contaba sus cosas y todo lo que había hecho durante el fin de semana.

La calle estaba desierta a pesar de que eran las siete de la tarde de un domingo.

La noche se nos venía encima poco a poco y para colmo no dejaba de llover.

Pero nosotros no echamos a correr para resguardarnos de la incesante tromba de agua que nos calaba la ropa. Al contrario, andábamos recreándonos en cada uno de nuestros pasos.

Acababan de regalarle a mi hermana una tarta de queso. ¿Qué más daba lo demás?

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"Como agua de Mayo... en Septiembre.

Pasé tardes enteras viendo llover. Tardes enteras.
Lo que nunca había visto era llover dentro de casa.
Nunca... hasta esta semana.
¿Quién dijo que no iba a ser divertido?

Benditas "Goteras" las del lunes...

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Mentira cochina...

Siempre tuve la fea costumbre de mentir alguna que otra vez. Pero un día decidir escribir todas las trolas que había echado hasta el momento y guardarlas en un cajón: "El cuaderno de las mentiras".

¿La más gorda de ellas? ... ... ... Te quiero.

Y lo peor es que tuvo que pasar mucho tiempo para que entendiese que quizá, esa mentira, me la habían echado a mí.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Frío.

Tristemente, el invierno del 76 pasamos mucho frío.
Tanto que hasta estando en casa hacíamos nuestra vida normal con chaquetas, gorro, bufanda, guantes, varios pares de calcetines y algún que otro jersey. Algunos dormíamos con la ropa puesta y tapados con más de 3 mantas.

Sin embargo, ninguno de mis hermanos recuerda exactamente el frío que pasó, ni las orejas rojas, ni la punta de la nariz igual que si fuese un cubito de hielo. Lo primero que les viene a la cabeza cuando alguien hace referencia a aquel invierno, es "¿Dónde vas?".
Aquella fue la frase que uno de mis vecinos le soltó a mi hermano Carlos, muy sorprendido, cuando lo vio salir de su habitación con ropa de calle. Carlos, con la tranquilidad que lo caracterizaba no hizo otra cosa que contestar que iba al baño.

El "¿Dónde vas?" se convirtió en la frase estrella de aquellos fríos cuatro meses. Nos la decíamos entre carcajadas cada vez que nos cruzábamos por el pasillo o al salir de alguna habitación.
Sin duda alguna, es el recuerdo más cálido del invierno del 76.


A las dos personas que pasan más tiempo conmigo a lo largo de todo el año.

viernes, 14 de mayo de 2010

El colchón del 27

Aunque parezca el nombre de una generación literaria, el colchón del 27, fue un colchón que mis abuelos compraron el día que se casaron y comenzaron a vivir juntos. Allí durmieron mis abuelos, mi madre, mis tíos, más tarde mi madre otra vez (esta vez ya con mi padre), mis hermanos, luego vine yo, y el resto de mis hermanos. Total 27 personas. Creo que con el tiempo hemos desarrollado una habilidad que hace que tengamos la espalda tan dura que podamos dormir en cualquier sitio.

Y luego la gente se extraña si vamos de camping y no llevamos saco...

jueves, 13 de mayo de 2010

Historias de Tendedero



"-Lo siento queridas, pero creo qe debido a vuestra larga existencia ya no puedo hacer mucho más por vosotras..."

Eso fue lo que mi tía nos dijo a mis primas y a mí antes de abandonarnos a los tres en el kilómetro 53 de la autovía de Valencia... eso sí, tuvo buen corazón y lo hizo no muy lejos de una gasolinera (a unos 20 kilómetros)

miércoles, 12 de mayo de 2010

Miau!

Gato siempre miraba a los pájaros que volaban tras la ventana. Aquellos que en ocasiones se posaban en el alféizar y le hacían burlas; sabiendo que “el bigotes”, como ellos lo llamaban, no podía atravesar el grueso cristal.

Hasta que un día, llegó el verano y no hubo nada que separase a Gato de aquel cielo azul. Fue entonces cuando, buscando en su cajón de arena, sacó una capa azul y unas gafas de piloto. Cogió carrerilla y saltó por la ventana.
Gato no tuvo miedo a caer ningún verano, al fin y al cabo, tenía otras seis oportunidades para volver a intentarlo… Y el bigotes, voló.

La verdadera esencia de esta historia reside en que "el bigotes" fue un gato loco que una de mis quince hermanas compró (se encontró por la calle) para el día de la madre. El dichoso gato tenía la costumbre de arrojarse desde el balcón de mi casa (un tercer piso) a la calle.

martes, 11 de mayo de 2010

El síndrome de Peter Pan



Hay una etapa de la infancia en la que todos los niños desean ser “estrellas” del fútbol mientras que las niñas quieren ser princesas. Yo también pasé por esa época, y me conformaba con meter goles porque el deseo que guardaba celosamente en secreto era mi pasión por escribir. Hoy, tengo 19 años y sigo queriendo ser escritor.
Es muy probable que esta afición me haya llevado a saber quien es James Matthew Barrie, cosa que también deberían tener presente aquellas princesas de mi época y los futuros futbolistas ya que todos, en algún momento de la infancia, hemos conocido a Peter Pan.
Este pasado domingo ha sido el 150 aniversario del nacimiento de autor de esta gran novela.
A estas alturas, muchos ya no recordarán (o recordaremos) lo que es ser un niño. Las responsabilidades, la madurez, los quebraderos de cabeza y en resumen, la vida y la mayoría de edad, nos han arrastrado a convertirnos en adultos a pesar de que algunos aún nos aferramos a conservar dentro de nosotros la esencia de aquello que fuimos cuando nos echábamos la leche del desayuno encima o comíamos gominolas hasta que nos dolía el estómago. Esto nos lleva a veces a convertirnos en dos caras muy diferentes de una misma moneda.
Me gustaría poder volver atrás para contar que como ya dije al principio, cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, yo contestaba con orgullo: “De mayor, yo quiero ser niño.”

Vuelvo a...

Igual que todos los "septiembres" un niño vuelve al colegio, yo también he vuelto a las andadas. Vuelvo a escribir.

Siento haber estado tanto tiempo "inactivo".