domingo, 10 de octubre de 2010

Tarta de queso.

Tan real como la vida misma fue la tarde que nos pusimos chorreando porque la lluvia nos pilló desprevenidos, desarmados, sin paraguas. Bastante nos había llovido ya en casa con las goteras como para que ahora también nos lloviese en la calle.

Mi hermana, una de tantas, me contaba sus cosas y todo lo que había hecho durante el fin de semana.

La calle estaba desierta a pesar de que eran las siete de la tarde de un domingo.

La noche se nos venía encima poco a poco y para colmo no dejaba de llover.

Pero nosotros no echamos a correr para resguardarnos de la incesante tromba de agua que nos calaba la ropa. Al contrario, andábamos recreándonos en cada uno de nuestros pasos.

Acababan de regalarle a mi hermana una tarta de queso. ¿Qué más daba lo demás?

3 comentarios:

  1. LLueve
    Y las aceras están mojadas
    Todas las huellas están borradas
    La lluvia guarda nuestro secreto

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  2. Pues que se le estropeaba la tarta.. ajajaja ^^

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  3. Que va! jajaj eran felices... y hasta me dieron un trocito de la tarta!

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