sábado, 15 de agosto de 2009

"El Alquimista"


En aquel momento, Juan, (al que cariñosamente todos llamábamos Juanillo) levantando su chupete con cuidado mientras clavaba sus ojos en el vaso de agua, obró el milagro. Mis quince hermanos y yo vimos como con gran esfuerzo convertía aquel líquido en oro. Desde ese día, nunca más volvimos a pasar hambre. Sí, lo sé, no era plomo lo que necesitaba: Le bastaba con un simple vaso de agua. En fin, una pena que Juanillo acabase perdiendo su don según iba creciendo. Seguro que a él también le gustaría seguir siendo un niño aún...

No hay comentarios:

Publicar un comentario